Publicado orginalmente en el blog de Domestika.
En los, ya cada día más remotos, tiempos de la popularización de Internet, un sitio web era un conjunto de páginas estáticas en las que el único responsable de la misma era el administrador o webmaster que solía dejar una anotación cada vez que realizaba una actualización.
Eran los días en lo que una web que había sido actualizado 2 meses antes de tu visita se consideraba una web con una buena frecuencia de actualización. Eran, en fin, los días en que Google era un proyecto de 2 alumnos de Stanford que soñaban con crear el buscador perfecto para poder trabajar en Microsoft.
En España, empresas y diseñadores gráficos comenzaban a interesarse por esta nueva oportunidad de negocio-comunicación y empezaban a ver la luz los primeros sitios web. Era la época en la que, como empresario, contratabas una página web y el diseñador te la entregaba en un CD o en el mejor de los casos, te la alojaba en un hosting que subcontrataba y al que sólo él o ella tenían acceso. Se trataba de un producto de entrega única. Fueron pioneros de la explotación comercial de Internet y por ello, tienen ganado un pequeño rincón en la historia de la Comunicación Online.
En la actualidad, sin embargo, el mercado demanda otro tipo de soluciones. La web se ha convertido en una extensión de la empresa en el medio online. Ha dejado de ser una tarjeta de visita, un “mira-que-modernos-somos”, para convertirse en una herramienta de trabajo y comunicación o incluso de venta. Por ello, un sitio web, junto a los servicios que debe llevar añadidos para que el sitio web cumpla la misión que hoy en día se le supone, ha dejado de ser un producto para convertirse en un servicio. La presencia online tiene un comienzo: la conceptualización y publicación del sitio web y un ciclo continuo: gestión de contenidos, marketing en buscadores y evaluación de tráfico. Nueva Gestión de Contenidos en función de ese seguimiento del tráfico, nueva actualización de nuestra campaña online y nueva evaluación, entrando así en el ciclo web.
En el centro de todo esto, reside el SEO, Search Engine Optimitazation, por sus siglas en inglés. Optimizar el contenido de la web para su mejor posicionamiento en buscadores ha de ser algo presente en todo momento en nuestro trabajo con la web pero al mismo tiempo, no ha de ser algo forzado o gratuito. Si nos preocupamos de nuestros usuario, estaremos “agradando” a los buscadores, pues son éstos el más fiel reflejo del comportamiento del usuario de Internet.
Por tanto, hoy en día los empresarios que aterrizan en Internet cuentan con una importante ventaja respecto a las que entraron hace 10 años. Pueden ganar su independencia frente a los desarrolladores y obtener información concisa de lo que hacen sus usuarios. La independencia genera responsabilidad. Aquella empresa que trabaje duro y sepa rodearse de asesores preparados logrará una ventaja competitiva impensable hace unos años en los que las posibilidades para una pequeña empresa eran nulas.
No comments yet.