To BIDI or not to BIDI
Publicado originalmente en conversionmarketing.es
El otro día desayunaba con los resultados del III informe de tendencias de escaneo de códigos BIDI (PDF – Inglés) que Scanlife, una de las compañías estaodounidenses con mayor penetración en el mercado de las aplicaciones de escaneo, ha publicado recogiendo datos de uso del primer trimestre de 2011.
Más allá de algunos datos curiosos (¡en el mundo se escanean más latas de CocaCola que de Pepsi!) veo dos cuestiones que me sorprenden: los escaneos han crecido un 800% en un año y España es el tercer país del mundo en el que más escaneos se realizan usando las aplicaciones de esta compañía. Cotejando otras fuentes (inglés) parece que España no ocupa ese puesto si contamos con otros proveedores, pero sí es uno de los países del mundo con mayor penetración de smartphones. Lo que puede explicar, en cualquier caso, esa tendencia.
Los códigos de barras
Los códigos de barras son conocidos por todo aquel que haya pisado un supermercado. El concepto es sencillo: han de ser capaces de aglutinar en un espacio físico pequeño una gran cantidad de información que puede ser recuperada por un dispositivo o aplicación específica. Los códigos de barras pueden ser líneales (muchas veces llamados simplemente códigos de barras (los “de siempre” el que todos nos imaginamos) o bidimensionales. A este segundo grupo pertenecen diferentes tecnologías que han sido desarrolladas en los últimos años: los japoneses códigos QR, los datamatrix, los semacode, o el ezcode, creado en Zurich, específicamente para ser usados por cámaras de móvil.
Este tipo de códigos llevan ya varios años sin terminar de despegar a nivel global (fuera de Japón) y podríamos pensar que se debe a un conjunto de cuatro factores: la citada proliferación de tecnologías de generación de códigos, la insuficiente resolución de cámaras en los móviles que hacían complicado el escaneo al primer intento, quizá el poco número de usuarios que disponían de acceso a internet en el móvil o quizá fuera que las compañías y otros proveedores de contenido no ofrecían gran cosa que “llevarse a la cámara”.
Parece, sin embargo, que la penetración de los smartphones en el mercado, la calidad de las cámaras de los terminales y que varias de estas tecnologías ya son de dominio público, junto a que desde el 2005 existe un único organismo (privado) que elabora y aplica las normas referentes a los mismos a nivel mundial, han animado a que las firmas comiencen a generar contenido para ser alcanzado mediante escaneos, animando a los usuarios a realizarlos, en un círculo que, como en tantas ocasiones anteriores, se realimenta.
El caso es que los datos, recogidos en los dos estudios citados, parecen mostrar que sí existe un cierto despegue en el escaneo de códigos bidimensionales y, lo que es más, ambos coinciden en mostrar que por primera vez el escaneo de código de barras líneales (los de siempre) ha superado al de códigos bidimensionales. Este despuegue puede, por último, verse soportado por la citada apertura de tecnologías por sus creadores, de tal forma que éstos puedan obtener beneficios económicos de la generación de contenidos por terceros en lo que parece un nuevo ejemplo de que, sí, quien tiene la tecnología tiene el mando, pero de poco le sirve si no dispone de contenidos a los que la gente quiera acceder mediante esas tecnologías. Y es ahí, en esa generación o adaptación de contenidos para su consumo por el gran público en entornos donde antes era impensable, donde parece que se está empezando, por fin, a mover el tema desde el punto de vista del usuario.
Propiciando una experiencia
La experiencia de uso que logra un escaneo de un BIDI se compone de dos aspectos: la forma, disposición, emplazamiento de nuestro código y la url u otro contenido que desencadena el escaneo. Reflexionando y adaptando contenido a situación podemos llegar a experiencias completas, contextualizadas, para los usuarios, más allá de incorporar el código en comunicación gráfica convencional de tal forma que podemos facilitar al usuario el acceso al contenido que deseemos sin que tenga que teclear la url. Lo que en muchos casos tiene sentido en sí mismo, pero no es disruptivo.
Por tanto, si logramos contextualizar la información que el usuario recibe al escanear con el lugar físico en el que está podemos lograr algunas experiencias, integrando información ON con experiencia OFF (y viceversa) que sería más complicado lograr sin tecnologías de este estilo:
- Leer un libro en un aeropuerto para hacer más amena la espera.
- Recoger firmas para defender una determinada causa sin tener que hacerse detener a la gente que pasa por nuestro lado.
- Pagar en establecimientos. Aunque para esto también se comienza a emplear tecnologías que algunos móviles ya incorporan como la tecnologia NFC de la que se habló y mucho en el pasado Mobile World Congress.
- Hacer colas en restaurantes sin tener que estar físicamente esperando.
- O incluso ¡comprobar que las lechugas que compramos vienen de donde dicen!
A todo ello hemos de unir uno de los aspectos que más recorrido ofrecen y es que las url a las que enlazamos son parametrizables por lo que un mismo BIDI puede pedirte que te registres la primera vez que lo escaneas y darte el saldo bancario la segunda vez que lo haces. Puede enlazar con Paypal para hacer pagos o donaciones en un momento; puede completar o ampliar la experiencia lograda con un packaging en el momento en el que el usuario abre el paquete; puede cargar rutas o contactos en las aplicaciones de nuestro teléfono, o puede darnos un código de descuento escaneando una marquesina enfrente de una tienda incentivándonos a entrar mientras llega el autobús.
Si tenemos en cuenta, por último, que cada aplicación de escaneo puede ser asociada a un único usuario, podemos pensar en un abánico de posibilidades que pueden hacer que esta tecnología aporte en situaciones donde la la Realidad Aumentada o RFID no pueden hacerlo. O que se complementen entre sí, pero eso, ya da para otro post.
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